El ascenso al Altiplano: un paseo por las nubes
Comienza el ascenso: curvas, cuestas y aullidos revolucionados del motor. El día es gris y lluvioso en el valle, nebulosos en la subida y soleado en el Altiplano: hemos superado las nubes acumuladas al pie de la cordillera. En Oruro, transcurre medio día mientras busco alojamiento; por fin 29 horas después de abandonar Camiri, me tumbo en una irregular cama de paja que me parece gloria.
Días antes de la celebración, Oruro comienza a exhibir un impresionante despliegue folclórico, cultural y humano. La sublevación criolla contra los españoles, la invasión indígena de la ciudad, el carnaval, el homenaje a la Virgen del Socavón… los motivos de las fiestas se mezclan y confunden dependiendo del informador. La historia pasada es subjetiva, se ve, afortunadamente, que los colonizadores españoles no terminaron su “trabajo” ¿Pero qué importa algo de confusión bibliográfica con la historia actual borboteando por las calles?
Al día siguiente, previo al carnaval, se celebra la Anata Andina, donde miles de campesinos desfilan en representación de sus Markas (pueblos o agrupaciones de aldeas). Uro-Chipayas, Quechuas, Aymaras… uno se pierde en la variedad estética y cultural. Cientos de hombres hacen silbar sus instrumentos mientras las mujeres exhiben al viento sucesiones de polleras coloridas y muestran hermosos animales o flores.
“Bolivia cambia” reza un cartel propagandístico del M.A.S. Comparando éste país con el que conocí hace tres años, Bolivia ya ha cambiado: las mamitas (término empleado para las señoras, especialmente las vendedoras) ya no responden con monosílabos o con tímido silencio; ahora hacen bromas, e incluso guasean resueltamente. Por otro lado, la estética occidental se está imponiendo, así como los hábitos: en el mercado otrora lleno de especias, fetos de llama disecados y hojas de coca, ahora predominan tiendas de móviles y audiovisuales piratas.
Otra vez me encuentro con sentimientos enfrentados, como en Paraguay: ¿Por qué al desarrollo humano debe seguir la globalización? ¿Es tal la fuerza de la pandemia capitalista que es imposible evitarla? Parece que el futuro es suyo: las culturas originales, hasta ahora hermetizadas por el vasallaje y el analfabetismo, son metastasizadas; se arrojan en brazos del “paraíso consumista” del sistema.
Conforme avanzan las fiestas, el ambiente va degenerando: los borrachos son cada vez más numerosos y agresivos y, paralelamente, la suciedad y los orines lo invaden todo. Si, como parece, la cultura andina está destinada a globalizarse, deseemos que importe también el civismo y el frío raciocinio occidental; de lo contrario nos encontraremos con todo un cuadro de “sioux con cargamento de whisky”.
Cada hermandad tiene su propia historia y simbología: la Llamerada, los Caporales, la Kullawada, la Diablada, los Suri-Sicuris… particularmente me impresiona la Morenada, inspirada en los esclavos negros del colonialismo: su ritmo monótono pero de irrefutable fuerza, el sonido de las carracas emulando el chirriar de las cadenas y su andar cansino y acompasado, emanan todo el dolor y la fuerza de un pueblo sometido.
Hey! está super interesting, pq no continuas con el blog?? q mola como escribes. muxus!
ResponderEliminarGracias por el alago :)
ResponderEliminarEl blog continúa: una vez o dos por semana añado un post nuevo, pero les pongo la fecha en la que viví lo narrado, no la de publicación...