lunes, 8 de febrero de 2010

Carnaval de Oruro, entre máscaras y quenas...

Tras 20 horas de viaje Camiri- Santa Cruz- Cochabamba, hago un último trasbordo y embarco hacia Oruro, la capital folclórica de Bolivia. Atrás queda la zona sub-tropical y los valles; ahora, el Altiplano se alza titánico e imponente frente a mí. Su sola visión me hace esbozar una sonrisa, como si escuchase una vieja canción, años atrás olvidada.

El ascenso al Altiplano: un paseo por las nubes

Comienza el ascenso: curvas, cuestas y aullidos revolucionados del motor. El día es gris y lluvioso en el valle, nebulosos en la subida y soleado en el Altiplano: hemos superado las nubes acumuladas al pie de la cordillera. En Oruro, transcurre medio día mientras busco alojamiento; por fin 29 horas después de abandonar Camiri, me tumbo en una irregular cama de paja que me parece gloria.

Días antes de la celebración, Oruro comienza a exhibir un impresionante despliegue folclórico, cultural y humano. La sublevación criolla contra los españoles, la invasión indígena de la ciudad, el carnaval, el homenaje a la Virgen del Socavón… los motivos de las fiestas se mezclan y confunden dependiendo del informador. La historia pasada es subjetiva, se ve, afortunadamente, que los colonizadores españoles no terminaron su “trabajo” ¿Pero qué importa algo de confusión bibliográfica con la historia actual borboteando por las calles?

Una "mamita" boliviana portando la Wiphala, el emblema andino más popular. Ésta bandera, cuyo origen se remonta al periodo aymara o incluso a la cultura Tiwanaku, es uno de los símbolos más perfectos de diversidad, justicia y armonía: se trata de un cuadro regular, sin parte superior o inferior que, a su vez, consta de 49 cuadrados divididos en grupos de 7 y de 7 colores diferentes. Cada color tiene un significado: rojo, el planeta tierra; naranja, la sociedad y la cultura; amarillo, la energía y la fuerza; blanco, el tiempo y la dialéctica; verde, la economía y la producción de la tierra combinada con el trabajo del hombre; azul, el espacio cósmico, el infinito; y el violeta, el estado y el poder comunitario.

A dos jornadas del carnaval, salen los niños con sus disfraces, después llega el desfile cívico-militar en el que participan desde el ejército hasta los maestros de la enseñanza pública pasando por veteranos de guerra, asociaciones vecinales, de campesinos, de mineros, etc. Las bandas no dejan de tocar durante horas; en el balcón municipal, el popularísimo Evo Morales no puede parar de saludar con manos, sonrisas y puño en alto a la multitud que le aclama. Por lo que percibo en Oruro y en la TV, el carnaval boliviano es mucho más que eso: es una fiesta nacional con el pueblo como principal protagonista.

Al día siguiente, previo al carnaval, se celebra la Anata Andina, donde miles de campesinos desfilan en representación de sus Markas (pueblos o agrupaciones de aldeas). Uro-Chipayas, Quechuas, Aymaras… uno se pierde en la variedad estética y cultural. Cientos de hombres hacen silbar sus instrumentos mientras las mujeres exhiben al viento sucesiones de polleras coloridas y muestran hermosos animales o flores.

Es la fiesta del indigenismo; el orgullo de ser indio no había sido tan fuerte desde la llegada de los invasores blancos. El “nacionalismo indígena” está cambiando el carácter de ésta gente, esclavizada y humillada desde hace más de cuatro siglos. Desde que he llegado, percibo a los andinos mucho más seguros de si mismos. En consecuencia, son mas confiados y amables, o bien, en función de la persona, más arrogantes y agresivos…

“Bolivia cambia” reza un cartel propagandístico del M.A.S. Comparando éste país con el que conocí hace tres años, Bolivia ya ha cambiado: las mamitas (término empleado para las señoras, especialmente las vendedoras) ya no responden con monosílabos o con tímido silencio; ahora hacen bromas, e incluso guasean resueltamente. Por otro lado, la estética occidental se está imponiendo, así como los hábitos: en el mercado otrora lleno de especias, fetos de llama disecados y hojas de coca, ahora predominan tiendas de móviles y audiovisuales piratas.

Otra vez me encuentro con sentimientos enfrentados, como en Paraguay: ¿Por qué al desarrollo humano debe seguir la globalización? ¿Es tal la fuerza de la pandemia capitalista que es imposible evitarla? Parece que el futuro es suyo: las culturas originales, hasta ahora hermetizadas por el vasallaje y el analfabetismo, son metastasizadas; se arrojan en brazos del “paraíso consumista” del sistema.

Conforme avanzan las fiestas, el ambiente va degenerando: los borrachos son cada vez más numerosos y agresivos y, paralelamente, la suciedad y los orines lo invaden todo. Si, como parece, la cultura andina está destinada a globalizarse, deseemos que importe también el civismo y el frío raciocinio occidental; de lo contrario nos encontraremos con todo un cuadro de “sioux con cargamento de whisky”.


Los basureros municipales, preparados para su estoica tarea.

Por fin llega el fin de semana, y con él, el carnaval: 10.000 bailarines, llegados de todos los rincones de Bolivia desfilan por la avenida, atestada de banderas de color y gente. Masivas fraternidades marchan como un ejército festivo al compás de sus, no menos colosales, bandas.

Cada hermandad tiene su propia historia y simbología: la Llamerada, los Caporales, la Kullawada, la Diablada, los Suri-Sicuris… particularmente me impresiona la Morenada, inspirada en los esclavos negros del colonialismo: su ritmo monótono pero de irrefutable fuerza, el sonido de las carracas emulando el chirriar de las cadenas y su andar cansino y acompasado, emanan todo el dolor y la fuerza de un pueblo sometido.
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La morenada Cocani, por las calles de Oruro...
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Enviadas desde Santa Cruz, también desfilan Reinas del Carnaval y otras aportaciones cruceñas cercanas a nuestro concepto occidental de “carnaval a la brasileña”. En medio de esta explosión de color, todo se alterna indistintamente en un alegre popurrí multicultural…



2 comentarios:

  1. Hey! está super interesting, pq no continuas con el blog?? q mola como escribes. muxus!

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  2. Gracias por el alago :)

    El blog continúa: una vez o dos por semana añado un post nuevo, pero les pongo la fecha en la que viví lo narrado, no la de publicación...

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